Cerró la puerta. Le costó unos días, no parecía tan pesada. Él sabía que no sería fácil cerrar esa puerta que pesaba años. Además, era la primera vez que realmente trataba de cerrarla. La tuvo entornada mucho tiempo, y algunos vientos de antaño la abrían con facilidad, mucha más facilidad que para cerrarla. Cuando se abría se escapaba a la velocidad de la luz, porque podía, al futuro que para su mala e insana fortuna no existe. La fuerza del viento lo levantaba de sus pies y lo hacía volar por el tiempo, depositándolo en el pretérito pasado, lejano y cercano cuasi-eterno. Qué incómodo.
lunes, 19 de abril de 2010
20100419
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