sino de ramas y hojas.
De idas y venidas.
Calmo el mar en la madrugada
y no quiere compañía
pero siempre está acompañado.
Despeja dudas al dejar de pensar,
y tienta a un ruiseñor
que atrpado en sí mismo no vuela.
Cargado de esmeraldas va
pero no las comparte.
Y esas rocas pesan si no se dejan.
De vez en tanto,
suelta esa carcajada desmedida
Que alivia un pesar cansado.
Un pesar cansado de ser pesar,
un pesar que quiere renunciar a su peso.
Un pesar pasado presente.
Todo sea por izar una bandera; una patria en sí mismo camina sin recelo. Padre, hijo, nieto y abuelo, todo él, siempre él en cualquier lado con quien sea. Él. Sólido. Voluble. Cambiante. Dispuesto.
Y sereno.
Sí, siempre sereno.
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