miércoles, 8 de octubre de 2008

Una historia de venganza

El haz de luz dio sobre su cabeza. La luz nacía de los primeros rayos de un sol invernal, tenue y diáfano. La cabeza pertenecía al animal que se había comido a toda mi familia. Yo estaba vivo de pura casualidad, algunos lo llamarían suerte y otros, destino. Pero a mí qué me importa, el resultado era el mismo: respiraba. En mi mano empuñaba el cuchillo de mi padre, el cuchillo que él, algún día, había prometido regalarme. Ahora, ese día nunca llegaría. Con ese mismo cuchillo cobraría mi venganza. Era cuestión de seg…

“¡Che! Son las tres de la mañana, apagá esa linterna que tu mamá está durmiendo, y ¡dejá de jugar con esa vela! ¡Ahora!”

El desagradable animal se había levantado y su rugido era feroz pero no me importaba, estaba decidido. Lo ataqué.

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