lunes, 7 de abril de 2008

Cuestión de dimensión

Para algunos ser petizo es un estigma difícil de llevar. Los petizos son gente particular, encuentran un aliado en las suelas y un enemigo en los centímetros. Estos últimos, esta medida insignificante en soledad, marca una diferencia abismal cuando se mueve en grupos de 10 o 15. Los petizos se fijan en las zapatillas que usan, miden la suela, saben cuantas miradas suman unos míseros (pero tan importantes) 3 centímetros. Compran zapatos basándose no solo en gusto sino también en funcionalidad. Los petizos son divinos, amorosos o graciosos. Por más buenos-mozos que sean jamás serán tildados de potros, caños o papirris (como diría una que otra vieja). Bueno, siempre hay excepciones a la regla y en este caso la excepción es la fama: si el petizo se vuelve famoso y lo muestran de la cintura para arriba y siempre junto a gente de su misma o menor estatura este puede escapar tal revés (sí, Tom Crusie, hablo de vos). Los petizos se pierden en los boliches, se mueven en un mar de hombros y cuellos, incluso algunos en puntas de pies no pueden vencer la altura de su semejantes. Yo soy uno de estos petizos.

Hay varios mitos que circulan tratando de suavizar este destino, y es un destino infranqueable porque ya desde el vamos los genes se ocupan de arruinarnos la vida y nada que hagamos puede cambiar eso. Sí, el destino existe y puede ser una mierda. Los mitos siempre vienen en verso o dicho y cubren un amplio espectro, desde la bondad hasta el tamaño del genital. Siendo el momento oportuno comparto algunos que me han tratado de hacer creer. “La inteligencia se mide de la cabeza al cielo” ¿Quién en su sano jucio se puede llegar a creer esto? Más que un elogio es un insulto a la inteligencia. Hay uno que dice “lo bueno viene en frasco chico” o algo así. Bueno, este es más viable aunque para refutarlo tenemos al histórico Napoleón que era un hijo de puta y medía como dos centímetros, ah no, ese era su pito. Bueno, gracias a Napo refuto otro mito odioso, el de la regla de la L o el que dice “soy petizo y me la piso”. Así como nuestro querido Napo yo tampoco me la piso, pero tampoco estoy tan jodido como él. Supongo que habrá tratado de compensar su baja estatura y su pequeña hombría intentando conquistar el mundo entero. Tal vez, si alguien le hubiese dicho que aquello es incompensable la historia hubiese sido otra, se hubiera contentado con ser bueno y honrar su frasco chico y aceptar su refuerzo deficiente como algo preestablecido por el cosmos y fuera de su alcance. Pero basta de Napoleón. Hay mitos deportivos que aluden a un centro de gravedad bajo que permite más control y bla bla bla. No sé cuan cierto sea esto pero poco importa en el día a día. No convence ni le suma al petizo común y corriente que no se dedica al deporte.

Hay algunos más y todos se quedan cortos a la hora de reconfortar porque son simplemente inverosímiles. Ser petizo es algo que debemos aceptar al igual que ser gordo, que ser feo. Es una triste realidad pero negarla o resentirla es un gasto de energía y tiempo que jamás va a sumar. Ser alto seguramente también tenga sus aspectos negativos y esa gente tendrá que lidiar con eso.

Hay una sola cosa que envidio de la gente alta. La gente alta vive en otra dimensión, ven todo de otro punto de vista, para ellos el mundo es diferente. Claro, su mundo no es mejor que el de los petizos es simplemente otro. Pero cuentan con una objetiva ventaja y es la siguiente. El alto tiene la posibilidad de bajar al mundo del petizo mientras que lo inverso no es posible. El petizo sólo puede bajar a dimensiones de gente de 5 años o menos pero también así puede el alto. El petizo, a menos que este dispuesto a pasearse con un banco, esta condenado y limitado al mundo desde una cierta altura. Sin embargo hay cosas peores, mucho peores. Y ser amoroso no está tan mal, uno se acostumbra.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola soy Anto de caballito y siemrpe escucho la radio... digo leo el blog!!
Bueno mentira ni una cosa ni la otra. Es la primera vez que entro y por motivos de anonimato no voy a revelar mi nombre.
Lei el Post y no podia guardar el comentario para mi misma.
Soy alta. Siempre lo fui. Para mi tambien los cms fueron siempre un motivo de complicacion. Imaginate que cuando hice la fiesta de quince con un par de amigas tuve que elegir los zapatos que iba a usar con un centimetro en la mano... Tenia que impedir cometer el terrible desastre de pasarme de alta y sacarle una cabeza a todos mis AMIGOS cuando bailara el vals.

Leyendo tu pequeño articulo entendo que como dice la regla: a los petizos les gustaria ser altos, a los altos les gustaría ser petizos... a las morochas, rubias.. a las de rulos, ser lacias...
Sería bueno poder cambiar por un dia no???. La planchita y la tintura ya existen. Solo faltaria algo para la altura...

Nodrog dijo...

Me alegra saber que alguien comparte mi pena (que obviamente no es tanta, porque tan drástico no es) por lo inverso. Si sólo fuese por un día me animaría a cambiar. A veces me quejo de mi altura y otras veces de otras tantas cosas pero en el fondo... me quiero... Faltarían unas lágrimas acá, pero no salen.

Igual, si encontrás la receta para cambiar por un día, avisá, yo la tomo.

Gracias por leerme.