viernes, 10 de septiembre de 2010

Taza de té y raíz de árbol

La taza de té sobre el mármol de la cocina: aún humeaba. Ya no quedaba nada adentro pero la base, lo que más tarda en enfriarse, seguía tibia. La miré y me sentí tan identificado. Había vuelto hace unos días pero todavía no había escuchado de ella. Nada. Ni un mensaje. Supe salir de la casa sin dar muchas vueltas, algo que siempre me costó. Afuera, el mundo, ese que por mucho tiempo sentí ajeno. El día gris y la lluvia incesante se amalgamaban con mi triste andar, una coreografía inevitable con algún tema de Fiona Apple de fondo. Caminé por la calle mirando el piso: la vereda deshecha; las raíces de los árboles levantando las baldosas. También me sentí identificado con ellas. Un proceso lento y por mucho tiempo imperceptible que de repente te sorprende, te hace tropezar o por lo menos mirar, bajar la vista y prestar atención al terreno por el que anduvieron tanto tiempo tus pies. Y vos ni cuenta…

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